La OMS (Organización Mundial de la Salud) advierte acerca del peligro de consumir productos cárnicos y derivados procesados. Muchos pacientes solicitan información a los profesionales de la salud y la nutrición sobre este tema, sobre cuál es el riesgo real y qué medidas de precaución se deben tomar. En muchas ocasiones la publicación de ciertas noticias suscita una alarma social no justificada, por eso los profesionales médicos y sanitarios estamos obligados a aportar información rigurosa y a realizar una lectura correcta de este tipo de comunicados. Debemos tomar precauciones, pero sobre todo, intentar vivir con equilibrio y tranquilidad.
Los productos procesados derivados de la carne se han incluido dentro del grupo 1 de agentes carcinogénicos para el ser humano. Esto significa que se encuentran dentro del mismo grupo que otras sustancias, pero no implica que sean igual de peligrosos. Los estudios arrojan un aumento de posibilidades de cáncer colorrectal del 18 %, lo cual significa que si una persona tiene un 1 % de riesgo de tener cáncer colorrectal a lo largo de su vida, con un alto consumo de carnes procesadas el riesgo aumentaría al 1,18 % .
¿Qué riesgos hay?
Para la gran totalidad de expertos científicos en nutrición, las consecuencias reales en la salud del consumo de carnes roja y procesados se ha exagerado. Productos como el jamón serrano, la cecina, las hamburguesas o los perritos calientes se han incluido en el grupo 1 de sustancias cancerígenas, donde también hallamos al tabaco, el alcohol o la ciclosporina. La diferencia con estos productos, es que para saber la incidencia real de cáncer producido por la carne roja el grado de exposición debe ser mayor.
No es la primera vez que se intenta vincular al consumo de carne roja y derivados con patologías del ser humano. El cáncer colorrectal, de vejiga o de esófago, diabetes, arteriosclerosis o artritis son algunas de las enfermedades que se encuentran vinculadas al mayor consumo de estos productos cárnicos.
Existe un libro llamado “El estudio de China”, escrito por el doctor T. Colin Campbell y su hijo el doctor Thomas M. Campbell. Demostraban estadísticamente que los humanos alimentados a lo largo de su vida con mayor cantidad de proteínas vegetales sufrían menos patologías y tenían mayor esperanza de vida.
Ahora bien, el ser humano se ha alimentado desde hace milenios con carne roja. Los estudios y biopsias realizadas en humanos de la prehistoria han demostrado una ausencia prácticamente nula de patologías cardiovasculares, metabólicas y cáncer.
Pero, ¿a qué se debe tal circunstancia? Aquí os dejamos algunos de los motivos:
- Las carnes actuales suelen provenir de animales con alta carga de antibiótico y hormonoterapia, así como de animales consumidores de vegetales cargados de herbicidas. Esto lo que hace es que debilita su organismo, y genera un depósito de toxicidad química en el humano después de haber consumido el producto.
- Actualmente cocinamos la carne a altísimas temperaturas, algo que causa alteraciones en la flora intestinal, patologías digestivas e inmunológicas.
- La industria suele realizar conservas de carne con nitritos que dan lugar a nitrosaminas, sustancias con alta relación con el cáncer colorrectal.
- Los estudios no profundizan en los hábitos colaterales del consumidor de altas cantidades de carnes procesadas. Aquí es donde radica una de las principales pegas a la hora de sacar conclusiones extraídas por la OMS. Es de gran importancia tomar una elevada concentración de antioxidantes como vitamina C, E ,D, polifenoles, minerales, fibra o ácidos grasos esenciales como agentes anticancerígenos en nuestra nutrición diaria. Por norma general, alguien que consume hamburguesas procesadas o perritos calientes, no suele preocuparse en acompañar sus comidas con verduras, hortalizas y antioxidantes. Sin embargo, este consumidor suele agregar salsas, pan, arroz o pasta blanca, y no está exento de tomar alcohol o abusar del café en su menú diario.
Esta podría ser sin duda la razón de peso del por qué los estudios de los últimos 30 años arrojan cifras alarmantes en la incidencia de nuevas enfermedades en relación al consumo de carnes procesadas. La pérdida de hábitos correctos como el ejercicio, el consumo de frutas y verduras o el control del estrés, genera que productos que nunca produjeron gran daño al cuerpo humano hayan escapado al control del sistema inmune, causando entre otras enfermedades el cáncer colorrectal.
¿Hay qué dejar de consumir carne roja y procesados?
Como todo en la vida, la norma debe ser la prudencia y el equilibrio. Recomendamos una nutrición con una fuente muy diversa de proteínas, tanto animales (huevos, carne roja, carne blanca) como vegetales (semillas, cereales, legumbres) . Aunque es recomendable consumir cantidades prudentes de productos en conserva como jamón, lomo y cecinas es más importante acompañar cada plato cantidad considerable de vegetales verdes, fruta enzimática que ayude a la digestión (piña, papaya, melón), hortalizas y verduras. También realizar ejercicio 3 o 4 veces a la semana, tener cuidado con los hidratos de carbono refinados y consumir al menos 1,5 litros de agua diarios.
Sin embargo, como podéis ver, no es necesario renunciar al consumo de este tipo de carnes, ya que aportando las dosis adecuadas de otro tipo de nutrientes podemos mitigar de forma notable el ligero aumento de riesgo de enfermedades. La prudencia y la información deben ser nuestros aliados en la búsqueda de una vida más tranquila y saludable.
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